Los mangos maduros del camino, las ventas de avena y bien condimentadas lechonas y tamales, auguran un buen recibimiento. Aunque la primera impresión es agradable, Ibagué no pretende que los paisajes y su gastronomía sean su principal atractivo. Resulta ser la habilidad musical de sus pobladores el atributo que captura la atención.
Aquí, en el centro del país, los aires nativos, como bambucos, bundes, rajaleñas y sanjuaneros convergen con canciones de las costas Caribe y Pacífica, así como con la música llanera. Sus habitantes parecen disfrutarlos todos por igual, pues cantan y bailan cualquier canción con naturalidad.
Tierra de tradiciones
La música es la principal impulsora de la cultura en Ibagué por su ubicación geográfica, que ha facilitado la llegada de muchas tendencias musicales. También porque se defienden tradiciones ancestrales. Por eso, en colegios y escuelas funcionan unos talleres llamados Folcloritos, en los que se les enseña a los niños a cantar y a bailar sus ritmos autóctonos.
Aquí no es de extrañar que muchos afirmen que todos los ibaguereños soñaron alguna vez con ser artistas. Tampoco, que bebés de apenas unos meses ya lleven armónicamente sus primeros compases y vistan los trajes típicos de la región, que para las niñas se acompañan con tocados florales en la cabeza.
Otro factor que impulsa este amor por las tradiciones es la proliferación de variados festivales y encuentros musicales, como el Festival Internacional de Piano Óscar Buenaventura, en mayo; el Festival Folclórico Colombiano, del 20 al 30 de junio, y el Festival Nacional de la Música Colombiana Garzón y Collazos.
Esquinas melodiosas
No obstante, no sólo en estas fechas Ibagué es un destino musical. Por eso aún hoy, como en 1886 lo describió el cronista francés conocido como el conde Gabriac, quien bautizó a Ibagué como la Ciudad Musical, en sus calles se ven personas que tocan tiple por la tarde, mientras beben té, café o chocolate.
Son melodías en las que, según el folclorólogo Libardo Lozano Mesa, predominan las cuerdas, que combinan tradiciones indígenas y españolas. En esta ciudad hay sitios especializados donde se oyen canciones de ese tipo, en la carrera cuarta, entre las calles once y doce y por la carrera quinta.
Allí, con la tambora, la flauta, la guitarra y la carrasca, entre otros instrumentos, hombres y mujeres disfrutan viejas melodías mientras descansan y observan, al fondo, el atardecer sobre las montañas.
Emma Jaramillo Bernat
Especial para EL TIEMPO*
Ibagué
Tolima
*Con invitación de Infibagué
F eltiempo.com
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