martes, 3 de agosto de 2010

Litografías del pintor Edvard Munch entran en auge en Washington

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Una exposición en el museo National Gallery of Art explora los matices secretos de sus múltiples obras.

Y lo hace a través de temas populares de este artista noruego, conocido por lo angustioso y tormentoso de su obra.

En total, 60 litografías, a veces sobre un mismo tema, impresas en múltiples ejemplares, se presentan bajo el título Impresiones maestras, hasta el 31 de octubre en ese museo.

"La enfermedad, la locura y la muerte han sido los ángeles que rodearon mi cuna", escribió Munch (1863-1944). Obras como El grito, El beso y La Madonna son conocidas mundialmente y despiertan intriga, precisamente, por lo agobiantes que pueden resultar.

La obra de Munch volvió a saltar a la palestra desde que hace 15 días el grabado de una Madonna fue vendido en una subasta, en Londres, por 1,5 millones de euros. La cifra pone al cuadro como la segunda obra más cara del mundo realizada con esta técnica.

Litografías muy fuertes

Munch nunca ha sido un artista fácil para una parte del público, aunque, por otro lado, logró vivir cómodamente mediante la venta de sus litografías, pues fue bastante admirado en vida. Buena parte de sus trabajos -produjo más de 700 impresiones- eran coloreados a mano por él.

No menos de ocho litografías de la célebre Madonna, fechadas entre 1895 y 1914, revelan en la exhibición de Washington las variaciones del artista durante esos años.

La exposición presenta la más famosa versión de su Virgen María, desnuda, con parte del grabado rodeado de un marco, en el que a modo de motivo art nouveau se divierte un montón de espermatozoides y un feto con cabeza de muerto.

El envío, en 1892, de esta pintura a una exposición en Berlín impactó tanto al público que la muestra fue clausurada. "La gente se escandalizó. Denunciaron que se trataba de pornografía. La exposición cerró sus puertas y Edvard Munch se hizo famoso, porque cualquier publicidad, incluso la mala, es buena publicidad", afirmó Elizabeth Prelinger, una de las curadoras de la muestra en Washington.Una década después, Munch participó en la exposición internacional de arte moderno en Nueva York con una obra más moderada, para no escandalizar al público.

El recuerdo de su infancia de la muerte de su madre y de su hermana por tuberculosis, una temporada interno en un hospital psiquiátrico, sus intensas historias de amor y su alcoholismo habitan las telas de este pintor simbolista, pero que, según la curadora, no sufrió alteraciones en su psiquis. Vivió de su obra en Noruega hasta su muerte, a los 81 años.

WASHINGTON (AFP)


F eltiempo.com

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