martes, 3 de agosto de 2010

La obra de Muriel Angulo es una muestra de rosas tristes hechas en serie

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Esta artista cartagenera cuestiona las conductas impuestas a la mujer a través de su obra 'la rosa perfecta', que se exhibe en la Galería Alonso Garcés, en Bogotá.

Una multitud de rosas pintadas al óleo llenan ocho lienzos de 1,80 por 1,50 metros, en una de las paredes del recinto.

Cualquiera podría decir que un cuadro de rosas, de por sí, debe ser lindo y hasta romántico, pero, en este caso, las flores, una junto a la otra, no se dejan espacio y parecen estorbarse en una masa abigarrada. Aun cuando son rosas, su belleza no brilla en cada una, pues todas son iguales: cumplen con la medida impuesta para ser rosas.

En la sala contigua hay 250 retablos, de unos 25 centímetros por cada lado, en los que hay rosas pintadas. Lejos de estar marchitas, parecen estar en lo mejor de su vida. Sin embargo, están rayadas, desdibujadas y opacas.

Es la propuesta de Muriel Angulo, que utiliza estas flores, usadas comúnmente como una alegoría de las mujeres, para mostrar el control al que -dice- están sometidas.

"Creo que, en lo que tiene que ver con la mujer, las ideas de progreso no existen: todavía somos obedientes. Hay unas muy liberadas, pero hay autocensura frente a la sexualidad. Hay un rol condicionado por el control, que empezó con la educación religiosa", afirma la cartagenera.

Las rosas que pinta tienen una belleza basada en los mismos patrones. No en vano su exposición se llama La rosa perfecta.
"Hay una perfección dogmativa que dicta qué es lo bueno y qué es lo malo. Así, las mujeres terminamos volviéndonos lo que no somos y odiando al espejo".

Opina que muchas de las formas de lograr lo que se considera bello y deseable en una mujer son un total autocastigo y menciona cirugías, que van desde liposucciones hasta implantes, inyecciones de bótox, prendas que proponen una mujer con medidas imposibles y tipos de maquillaje que validan sólo una o dos clases de mujer y que les quedan bien únicamente a algunas.

Señala que la religión obligaba a las mujeres a portarse de cierta manera para ser aceptadas. "Ahora, el rol de la religión lo asumieron los medios, la publicidad y la moda (...) Nos vendieron que todas tenemos que ser iguales".

Jarta de todo esto, y al reconocer que no está libre de esa situación, sino que la padece, dedicó años a pintar rosas.

Los cuadros tienen cierta belleza y, tal vez eso es lo que más hace pensar, pues son la repetición en serie de lo que se supone debe ser una rosa, algo lejano a su belleza individual. Por eso Muriel asegura, mientras mira su obra, "la sociedad hizo de esta perfección una imperfección".

¿Dónde y cuándo?

La exposición 'La rosa perfecta', de Muriel Angulo, está abierta en Alonso Garcés Galería. Carrera 5 No. 26-92. Informes: 3375832.

DIEGO GUERRERO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO


F eltiempo.com

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